viernes, 31 de julio de 2009

Rito de pasaje

Cuando una mosca cumple diez días hay una gran celebración: la familia la acompaña hacia un paradero de bus, la embarca en el primero que llegue y se posa a esperar. (Que se posa es un decir, porque la ansiedad es enorme). Esperan impacientes a que la mosquita regrese y demuestre con ello que puede vivir los treinta días que le quedan como una adulta responsable. (Responsable es un decir, porque lo único que demuestra es que por más exasperante que sea, no hay mano capaz de alcanzarla). Si la mosca regresa hay gran júbilo en la familia, que celebrará en algún charco de taquería. Si no vuelve, no habrá menos enfado en el pasajero que, habiendo soportado los olores y empellones de sus congéneres, pudo deshacerse del incómodo insecto.